viernes, 12 de febrero de 2016

El matrimonio: Conclusiones

Con esta serie intenté escribir a grandes rasgos lo que una defensa del matrimonio conllevaría. Sé que las entradas son insuficientes y que se necesita un estudio más detallado para lograr el peso necesario para una defensa sólida. Sin embargo, creo que muchos de mis argumentos se sostienen de buena manera. Ya será una tarea para después fortalecer estos argumentos de manera que sean una herramienta efectiva para combatir las definiciones equivocadas del matrimonio.

Terminaré esta serie y esta entrada con una pequeña reflexión del debate sobre el matrimonio. Los que apoyan el matrimonio homosexual, por lo que he observado, no les interesa el debate. Por eso atacan los argumentos más estúpidos (aunque más que ataques son burlas para agradar a quienes piensan como ellos) y no proponen nada. Para ellos la cuestión ya está ganada y sólo queda que el Estado les dé el sello de aprobación. La culpa de esto la tienen, en parte, quienes defienden el matrimonio, porque se limitan intelectualmente. Se piensa que apelando a ciertas emociones se logrará superar este problema.

La solución final es armarse con las herramientas intelectuales necesarias para destruir los débiles argumentos contrarios y, al mismo tiempo, emprender una campaña contracultural para propagar la definición correcta del matrimonio. Con lo último, me refiero a crear arte que inspire a seguir la definición correcta del matrimonio y que opaque la campaña de destrucción que el arte “progresista” ejecuta. Solamente si pensamos que se puede ganar esta guerra (y sí que se puede), lograremos vencer.

El matrimonio: El Estado y el matrimonio

Es una creencia común entre los que apoyan el matrimonio homosexual que el Estado tiene la capacidad de definir qué es y qué no es un matrimonio. Sin embargo, aquel poder está fuera de los límites del Estado. Asimismo, el Estado debería mantener la definición verdadera de matrimonio. Esas dos ideas serán las que desarrollaré a lo largo de esta última entrada sobre el matrimonio.

Un Estado abusivo es aquel que sobrepasa sus límites. Estos límites son claros, pero a muchos les gustaría expandirlos. Los que apoyan el matrimonio homosexual pertenecen a este grupo de gente. Si el Estado define el matrimonio de manera equivocada, no sólo promueve un garrafal error, sino que ataca la realidad. Con esto quiero decir que un Estado que apoya el matrimonio homosexual está intentando alterar la realidad. Aquello tiene consecuencias, aunque muchos lo nieguen.

Si el matrimonio no es entendido correctamente, este se debilitará. Entonces, los matrimonios no durarán para siempre o serán modificados a placer de los participantes. Asimismo, estos serán más escasos, puesto que la gente, al ver el fracaso de los matrimonio, no deseará casarse más. Es por eso que los países en donde se ven las consecuencias de no entender el matrimonio (altas tasas de divorcio, aborto, inicio temprano de la vida sexual) son los más propensos a apoyar el matrimonio homosexual.

En conclusión, un Estado que apoya el matrimonio homosexual es abusivo porque este está intentando modificar la realidad cuando no tiene el poder de hacerlo. Además, un Estado que apoya el matrimonio homosexual debilita el matrimonio, lo que se muestra en altas tasas de males relacionados con el matrimonio. Por ello, el Estado debería mantener y cuidar la definición correcta de matrimonio.

lunes, 8 de febrero de 2016

El matrimonio: Los malas uniones

Los que están a favor del matrimonio homosexual señalan la historia de malos matrimonios o de matrimonios que ya no son considerados normales. Entre estos últimos matrimonios, se hallan el matrimonio incestuoso y el matrimonio múltiple o polígamo. Si estas desviaciones del matrimonio han sido aceptadas, entonces no habría ningún problema en aceptar otra más. No obstante, el problema radica en que el matrimonio homosexual no es una desviación más del matrimonio, sino una completa separación del mismo. 

Con lo anterior, me refiero a que, incluso cuando tienen problemas inherentes, el matrimonio incestuoso y la poligamia mantienen la definición de matrimonio. Mientras tanto, el matrimonio homosexual no mantiene ni un rastro de la definición de matrimonio. Esto es debido a que las dos primeras clases de matrimonio por lo menos mantienen el lado de la crianza de los hijos, a diferencia del matrimonio homosexual que es definido de tal manera que la crianza de los hijos no es relevante. Es decir, los primeros son matrimonios malos, pero el último no es ni siquiera un matrimonio.  

Esta es otra debilidad de la posición de los que apoyan el matrimonio homosexual. Habiendo cambiado la definición del matrimonio, este deja de ser un matrimonio y se vuelve algo totalmente diferente. Así, el matrimonio homosexual es como un gato haciéndose pasar por perro. Un gato no deja de serlo sólo porque todos empiecen a llamarlo de otro modo. De esta manera, llamar al matrimonio homosexual un matrimonio es simplemente un error que esconde una definición de matrimonio equivocada.

En conclusión, los matrimonios malos no apoyan al matrimonio homosexual. Un perro enfermo no deja de ser un perro y un gato sano no puede ser un perro. Es por ello importante tener claro lo que se define como matrimonio, pues dejar esta definición escondida sólo beneficia a quien intenta insertar una novedad equivocada. En la siguiente entrada, escribiré por qué le interesa al Estado mantener la definición verdadera de matrimonio.

El matrimonio: Los usos del matrimonio

Cuando se debate acerca del propósito de algo, el contraargumento más sencillo es señalar cuando ese algo se ha usado para otro propósito. Sin embargo, este contraargumento es sencillo porque no requiere de mucho esfuerzo para exponerse. El propósito del matrimonio supuestamente no puede ser tan claro porque la gente lo ha usado para sellar alianzas políticas, para proteger una fortuna, como parte de una recompensa, entre otros usos que se mencionan. Pero estos usos adicionales que se mencionan no deberían poner en duda el clarísimo propósito del matrimonio.

Tomemos el caso de una unificación entre reinos. Esta se logra mediante el casamiento de de un príncipe heredero y de una princesa heredera. Pero nadie espera que la pareja sea la que unifiquen el reino en sí, sino los hijos en común. El príncipe heredero de esa pareja será quien mantenga la unificación. Así, el matrimonio que buscaba la unificación política fue utilizado para producir hijos para aquel fin fuera del matrimonio. Es decir, el matrimonio tenía como fin los hijos que tenían como fin la unificación del reino. Esto explica las otras situaciones sin contradecir la definición de matrimonio.

Lo que contradeciría la definición de matrimonio que defiendo es otra definición bien argumentada. Así, si crees que el matrimonio es la unión de una pareja que se ama, se tiene que argumentar por qué esa definición sobre otras. Pero esta labor es demasiado complicada (y yo diría que imposible), por lo que quienes proponen el matrimonio homosexual solamente les queda afirmar sin dar argumentos. Asumen que el matrimonio es de cierta manera, pero no pueden explicar por qué. Ahí radica la debilidad de las posturas que intentan ir en contra del matrimonio.

En conclusión, los que apoyan el matrimonio homosexual no pueden descalificar la definición verdadera del matrimonio pues sus contraejemplos son superficiales y pueden ser explicados. Un verdadero intento de explicar el matrimonio, pienso yo, es inalcanzable para ellos, pero las definiciones que intentan utilizar no tienen ningún fundamento y pueden ser derribadas. En la siguiente entrada analizaremos el tema de los matrimonios malos.

viernes, 29 de enero de 2016

El matrimonio: El amor en el matrimonio

Podría parecer que la definición verdadera del matrimonio es muy cruda. No habría lugar para el amor en esta definición. Pero eso está alejadísimo de la realidad. El matrimonio implica amor, pero este tiene su sitio. Los que intentan reinventar el matrimonio ponen al amor en un sitio equivocado: el centro. Así no sólo la belleza de un buen matrimonio es destruida, sino también la belleza del amor marital. Este tiene su expresión y su lugar debido que, en armonía con los otros elementos, eleva al matrimonio. Esta entrada tendrá como objetivo la explicación del lugar del amor marital y como este se debe expresar.

Afirmar que el amor marital no es central en un matrimonio no le resta ni una pizca de importancia. Si este fuese el centro, el matrimonio tendría como fin a los esposos y no a los hijos. Es decir, los hijos serían un accesorio y estarían subordinados a la felicidad de sus padres. Pero si esto fuese así, no se pondría un gran peso en la procreación de hijos. Criar a un niño no es proceso lleno de felicidad. Si la felicidad de los esposos fuese fundamental, los niños no estarían considerados dentro de un matrimonio. Sin embargo, como se ha visto en entradas anteriores, en un matrimonio siempre se espera algún hijo.

Asimismo, el amor marital no puede confundirse con un sentimiento. Los sentimientos son pasajeros, por lo que no podría esperarse construir algo permanente sobre algo pasajero. El amor marital, como cualquier amor verdadero, es algo que se construye con el tiempo y que no garantiza sentirse feliz todo el tiempo. De esta manera, si se piensa que el amor marital es un sentimiento, no se puede exigir que el matrimonio sea permanente. Pero el matrimonio es permanente por la crianza de los hijos.  

El amor marital debe estar subordinado a su propósito. En este caso, los esposos deben amarse, esto es, buscar el bien del otro, para poder lograr el propósito del matrimonio. Un hijo puede sentir que sus padres no se aman y esto tiene consecuencias en cómo se relaciona este con los otros. Con el amor marital, los esposos cumplirán mejor el propósito de su matrimonio, ya que aquel es beneficioso para ellos y para sus hijos.


En conclusión, el amor marital no es lo central en un matrimonio, pero aquello no le resta importancia. Poner al amor marital en el centro de un matrimonio lo convertiría en una institución frágil y sin sentido. No se debería fundar un matrimonio con esa base, sino con una base objetiva y duradera: la responsabilidad compartida en la crianza de los hijos. En la próxima entrada se comentará sobre los supuestos usos del matrimonio.